El Fuerte Rojo de Agra es, en realidad, una ciudad amurallada. Estuvo primero en manos de los Rajputs hindúes, luego de los sultanes de Delhi. Uno de ellos, Sikandar Lodi, se mudó al fuerte y gobernó desde allí. Agra tomó entonces el lugar de segunda capital, después de Delhi. Su hijo fue vencido por Babur, primer emperador mogol. Este se mudó al palacio del sultán y se hizo de los tesoros que albergaba el fuerte incluyendo el famoso diamante Koh-i-Noor (¡).
En 1530, el segundo emperador, Humayun, fue coronado en este sitio. En 1540 lo derrota el brillante líder afgano Sher Khan Sur y lo obliga a huir a la corte persa. Sher Khan muere en un accidente, Humayun lo recupera, lo pierde nuevamente a manos de Hemu, emperador hindú. Finalmente lo vence el tercer emperador mogol, Akbar el grande, que logra estabilizar la situación y consolidar el poder de los mogoles en el norte de la India. Agra se transforma en la capital de su imperio con el nombre Akbarabad. Los mogoles dejaron increíbles testimonios arquitectónicos de sus años en esa zona (el Taj Mahal, Fatehpur Sikri, el Fuerte Rojo entre otros).
El hecho es que, después de tantas idas y venidas, el Fuerte Rojo estaba en estado calamitoso. Akbar emprende su reconstrucción con el estilo grandioso que lo caracteriza (ver la entrada sobre Fatehpur Sikri a continuación). Un millón y medio de obreros trabajaron durante ocho años para transformar el ruinoso fuerte de ladrillos en una fortaleza.
Akbar supervisa la construcción del Fuerte Rojo |
Desde el punto de vista defensivo, un dato interesante es que en esa época el gran peligro de los pórticos de los fuertes es que fueran derribados por elefantes. Para evitarlo, la entrada al fuerte tiene una subida y un giro de 90 grados entre los portones externo e interno. Con la subida y el giro, los elefantes no podían tomar velocidad para cargar contra los pórticos.
Akbar usó piedra arenisca roja al igual que en Fatehpur Sikri. Un detalle de decoración que se repite en varias partes da cuenta de la amplitud religiosa de Akbar. Aparecen la cruz cristiana, el arco hinduista y el más redondeado arco musulmán.
Su hijo Jahangir no hace grandes reformas. El lugar toma su forma definitiva recién en la época del nieto de Akbar, Shah Jahan quien reemplazó algunas construcciones del tiempo de Akbar por edificios de mármol con incrustaciones de piedras preciosas a la manera del exquisito Tah Mahal.
Este quinto emperador mogol protagoniza un culebrón familiar que se desarrolla mayormente en este lugar. De sus tres hijos varones mayores, el primero era su favorito. Pero su tercer hijo, Aurangzeb, era un guerrero temible y ambicioso. Cuando su padre cayó enfermo y delegó el poder en el mayor, Aurangzeb, armó un ejército poderoso, desafió a su hermano y lo venció. Aunque su padre se recuperó, lo declaró insano y lo encerró en un ala del Fuerte Rojo hasta su muerte. Su hija mayor lo acompañó voluntariamente en su encierro. Esa parte del Fuerte mira hacia el Taj Mahal donde estaba enterrada la amada esposa de Shah Jahan, Mumtaz.
Musaman Buri, prisión de Shah Jahan. A lo lejos, el Taj Mahal. |
Aurangzeb tomó el poder. Lejos de la tolerancia religiosa de Akbar, Aurangzeb era un fundamentalista musulmán lo que le valió el odio tanto de hinduistas como de sijs y la admiración de aquellos de su religión. Aurangzeb no residía en el fuerte. Las luchas en diferentes frentes lo mantenían lejos de Agra pero visitaba de vez en cuando y agregó los fosos que rodean el fuerte. A su muerte, el imperio mogol entró en decadencia. El fuerte quedó en manos de la Confederación Maratha, imperio de religión hinduista que tuvo su apogeo tras la caída en desgracia de los mogoles. A los marathas se los arrebataron los británicos. Y finalmente volvió a manos de la India a partir de la declaración de su independencia. A la fecha, el regimiento de paracaidistas de la India tiene su asiento en el Fuerte Rojo de modo que solamente puede visitarse la parte marcada en verde en la imagen.
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